domingo, 19 de octubre de 2008









                                                 Discóbolo



No es la contienda del mármol
la que libra el pez de la palabra,
ni la luz prendida en el volumen
acata el mismo mandato.

Pero un compás dispone el músculo,
la letanía del arquero
o la inclinación del celebrante.

Ven a escuchar qué restalla
en el principio del fruto.






Francisco R. Hernández, de La sed y el incendio

2 comentarios:

Ramón Monedero dijo...

Desde hace un tiempo he empezado a cuestionarme por qué no le presté más atención a la poesía cuando me la pusieron en bandeja en nuestro tambaleante sistema educativo que nos toco soportar. Ahora, me acerco con temor a la poesia, pero también con mucha curiosidad y ganas de que agite mis sentidos como quizá, lo debería haber hecho desde hace años...

Patricia Damiano dijo...

Así tu perfecto poema:

No es la contienda del mármol
la que libra el pez de la palabra,
ni la luz prendida en el volumen
acata el mismo mandato.

Pero un compás dispone el músculo,
la letanía del arquero
o la inclinación del celebrante.

Ven a escuchar qué restalla
en el principio del fruto.


Me dispara así (ojo, no es enmienda, solo otro destello)

No es la contienda del mármol
la que libra el pez,
ni la luz encendida en la palabra
acata el mandato.

Un compás dispone
la letanía del arquero
o la inclinación del celebrante.

Ven: restalla
en el principio
el luto