sábado, 27 de septiembre de 2008









Esta es la misma tarde
que no cesa,
y su estéril victoria
viste túnica semejante.

No has de morir,
porque nada fue celado
bajo el viento de transparencia.

En los ojos de tu perro,
unas figuras recién llegadas.








Francisco R. Hernández, de La sed y el incendio


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