viernes, 31 de diciembre de 2010







Esto que ves
es la mordedura del día.
El borde rosado
fue trazado por la furia
de un cartógrafo ciego.

Sea aquella llama
una de las pruebas
                           –no la mejor–
de las afueras del daño.








Francisco R. Hernández, Día de las aguas

8 comentarios:

karmen blázquez dijo...

Sí, se ve,querido Durandarte, así cada día se ve como épica, la primicia auroral; me ha encantado especialmente lo que queda en la incertidumbre de la llama,
Salud Os
k

Durandarte dijo...

Continuar la búsqueda. Épica del trapero.

Un abrazo, Karmen

Madame X dijo...

Me gusta la cadencia de tus versos y cómo me golpean cuando los leo.

Feliz Año.

Durandarte dijo...

Más ajenos que nunca, que se salven si pueden.

Feliz año para ti también, Madame X.

anamaría hurtado dijo...

Imagen que muerde y no deja lugar a la salvación. La diaria mordedura nos deja convertidos en mapas de lugares perdidos, islas desaparecidas, continentes no descubiertos... las afueras del daño, sólo esperan. Queda la llama...
Poema espléndido y terrible en la ceguera el cartógrafo.

mis saludos afectuosos
Feliz año!!
anamaría

Durandarte dijo...

Anamaría, gracias por tu enriquecedor comentario, tan cercano a la niebla que siempre es la intención del autor.

Saludos

Susan Urich Manrique dijo...

Qué bueno es este poema. No me atrevo a decir más, lo redibujo dentro y cada aleteo tiene un brillo distinto. Te sigo leyendo. Un saludo.

Durandarte dijo...

Muchas gracias por el comentario, Susan.

Saludos