viernes, 6 de febrero de 2009









Sólo huello nieve soñada.

La vid conoce su herrumbre;
el ciervo, la última fiebre.

En la fronda, memoria del veneno
y sus sílabas.

Mas bajo ese fulgor
el milagro se cumple de otra forma.

Noli me tangere.






Francisco R. Hernández, de La sed y el incendio

2 comentarios:

karmen blázquez dijo...

Un sueño, Durandarte, un sueño inmemorial, maravilloso, maravilloso

"Noli me tangere" y subió a los cielos...desde donde la nieve, desde dónde la nieve y su fulgor

Un saludo
k

antonio medinilla dijo...

Don Francisco, en estos tiempos aciagos para la poesía donde la trampa de la anécdota, el tema, la oratoria decimonónica, el cuasi periodismo verbal... para ingrata sorpresa de ángeles y bestias aún permanece victorioso y dominante; su poesía refleja el otro lado que ansía redención: el fulgor de la imagen, la realidad poética como realidad en sí, la espada metafórica, palabra de la palabra, sencillez del uso... redimen a este lector de tanta basofia en los altares pseudoliterarios.

Amén de, y hago notar esto emocionadamente, su humildad, amigo, su inquebrantable humildad. Sus pasos dados en AVIVE EL SESO (portentosa recopilación de los mejor y a veces más oculto en las artes) y la brillantez de sus poemarios en BREVIARIO INVISIBLE; forjan un ejemplo de conducta: acumulación del saber, entrega sin necesidad de reconocimiento, creatividad a mansalva.

Que esta línea de ser siga sucediendo, y de paso sea dicho: muchos aprendan de ello, aprendamos.

Su estilo, compañero, abarata a tantos salvadores... del mundo y el verbo.

Antonio Medinilla